Para nadie es un secreto que siempre vivir de la música es complicado, pero en tiempos de Spotify y grandes festivales lo es todavía más. Sin embargo, son cada vez más los artistas que señalan que deben tener un segundo trabajo a pesar de salir de gira de forma permanente y de llenar salas de concierto, e incluso algunas arenas, en diferentes países del mundo. Lo irónico, aunque no sorprendente, es que mientras que los músicos tienen más difícil que nunca vivir de su trabajo, las promotoras y, sobre todo, las discográficas y otras empresas que viven de la música grabada, están de celebración.
Y es que los derechos de las grabaciones se han vuelto un artículo de lujo para las empresas del sector. El pasado 2024 se rompió, por décimo año consecutivo, el récord de ingresos de la industria de la música grabada, que incluye tanto el uso de canciones en comerciales o en cine y televisión, el dinero generado por las reproducciones por streaming y también las ventas de formato físico, sea CDs, Vinilos o Casete. El problema para los artistas es que según el estudio de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI por sus siglas en inglés), la mayoría de estos ingresos han caído en manos de las discográficas y de las empresas que han comprado los catálogos de los artistas en los últimos tiempos.
Es una situación preocupante para la industria, es quizás el mejor momento para que un inversor entre en la misma, pero también es el peor para hacerlo como artista. Solo por presentar un dato, la música en plataformas de streaming generó 20 mil millones de euros a nivel global, que es más que lo que generó toda la música grabada entre 2003 y 2020, sin embargo, por el reparto de ingresos de plataformas como Spotify, Tidal o Amazon Music, sumado al porcentaje de las discográficas, dejan muy mal parados a los artistas.
En esta situación es evidente que manejar de forma correcta los derechos del catálogo de grabaciones de cada artista es importante. Por eso Warner Bros Discovery ha creado una empresa conjunta de la mano de Cutting Edge Group para manejar el uso de las canciones del inmenso catálogo de Warner Music. Es un movimiento que se puede repetir en los próximos años, con otras grandes casas productoras como Universal o Sony siendo dueñas de catálogos igual de grandes, y con varios fondos de inversión buscando comprar los catálogos de artistas y casas productoras, seguramente se repita en los próximos años.
LA IMPORTANCIA DEL ARTISTA DE CLASE MEDIA Y POR QUÉ SPOTIFY LO CASTIGA
A pesar de que los datos demuestran que hay un importante número de artistas que pueden vivir principalmente de los ingresos que generan a través de las plataformas de streaming, estos son solo los grandes ídolos internacionales. Bad Bunny, Taylor Swift o Rosalía pueden vivir principalmente de estos ingresos, pero lo cierto es que este modelo, con ingresos generados entre reproducciones, uso de canciones en cine y televisión y giras multimillonarias solo ha quedado espacio para dos tipos de artistas, el emergente que se pasea por bares con su guitarra, o el gigantesco, con una gira mundial que genera ingresos cercanos al PIB de un país pequeño.

Pero estos artistas, los que llenan salas de concierto en las ciudades, son también una pieza importante de la industria. No solo son parte de las colecciones de los melómanos del mundo, sino que son los que generan ingresos para salas de conciertos, arenas pequeñas y también completan el cartel de los grandes festivales y que sirven para diversificar estas puestas en escena. Además, muchas veces son las estrellas del futuro, sólo por un ejemplo la propia Taylor Swift no fue capaz de llenar el Palacio de los Deportes de Madrid y en los Arctic Monkeys se dieron a conocer con base en llenar bares de Manchester.
EL PARTICULAR CASO DE TAYLOR SWIFT
Es importante señalar el caso de Taylor Swift, pues mientras buena parte de la industria busca vender catálogos de grabaciones, la cantautora pop ha vuelto a comprar las grabaciones maestras de sus seis primeros discos de estudio. Una saga larguísima, que pasó por la regrabación de cuatro de esos discos, el éxito del ‘Eras Tour’, apoyado sobre todo en estas canciones, el cambio de manos del catálogo que terminó en Disney y ahora han vuelto a estar bajo el control de su altura.
El comprar de vuelta los derechos sobre estas grabaciones es también una inversión clave para asegurar su futuro económico. Se trata de uno de los catálogos musicales más populares del siglo XXI, y aunque había conseguido que las nuevas grabaciones, conocidas como ‘Taylor’s Version’ fueran las versiones usadas en comerciales y listas de reproducción, es cierto que hay canciones como ‘Style’ o ‘Blank Space’ que gustaban más en sus versiones originales, sobre todo por los detalles de la voz de la autora y los cambios en la producción.