El turismo internacional encara un verano marcado por contrastes. Mientras España se prepara para una temporada de cifras históricas, con un aumento previsto del 5% al 15% en las reservas, Estados Unidos experimenta un notable retroceso, sobre todo entre los viajeros españoles, producto de todos los hechos ocurridos en los últimos meses.
Según la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (Acave), el 75% de las agencias ha detectado una caída significativa en las reservas hacia EE.UU., motivada por el clima político, el endurecimiento de los controles fronterizos y la percepción de un destino menos acogedor. Para nadie es un secreto que desde la llegada al poder de Donald Trump, las relaciones de este país con el resto del mundo, producto de la llamada “guerra arancelaria” se han enfriado.
En paralelo, destinos emergentes como Japón, Egipto o Brasil ganan protagonismo, y en el plano nacional, regiones como Galicia o Asturias se consolidan como alternativas sostenibles frente al turismo masivo, siendo este uno de los principales impulsores de los destinos este año, los españoles se alejan de la masificación y buscan tranquilidad.
La planificación anticipada, las nuevas normativas de registro impuestas por el Gobierno central y el encarecimiento general del sector, que aunque ya estábamos acostumbrados al incremento “normal” de todos los años, este año particularmente empieza a sentirse en el bolsillo, en general todos estos elementos configuran un nuevo panorama para las vacaciones de 2025. Un verano que no solo marcará tendencias, sino que también evidenciará las dos caras de un turismo global que sigue en plena transformación.
Turismo masivo vs. turismo de calidad: dos modelos que marcan el rumbo este verano

España y Estados Unidos representan hoy dos enfoques muy distintos frente al auge del turismo estival, ambos países marcan las tendencias de este verano según los expertos. Mientras el país europeo se enfrenta al desafío de contener la saturación en destinos como Barcelona o Baleares, con políticas cada vez más centradas en limitar la llegada indiscriminada de turistas, Estados Unidos mantiene un modelo expansivo que prioriza el volumen y la diversidad de su oferta.
La diferencia de planteamiento no solo responde a sus dimensiones geográficas, sino también a una visión estratégica que marca el tipo de visitante que buscan atraer, en España y en muchos países de Europa la masificación turística ha generado un gran impacto en la calidad de vida de los residentes de las zonas con mayor auge turístico, por ejemplo. El turismo masivo, aunque rentable a corto plazo, pone a prueba la infraestructura urbana, el acceso a la vivienda y la convivencia con los residentes.
En cambio, el modelo orientado al “turismo de calidad”, que ya aplican algunas ciudades españolas, busca alargar las estancias, aumentar el gasto medio por visitante y reducir el impacto ambiental. En este sentido, el debate entre cantidad y calidad cobra fuerza en ambos lados del Atlántico, con efectos visibles este verano en el tipo de turismo que domina cada país.
España apuesta por la sostenibilidad mientras EE.UU. sigue seduciendo con sus parques y ciudades

España ha iniciado un viraje claro hacia un turismo más sostenible y regulado, sobre todo regulado. Ciudades como Valencia, Bilbao o San Sebastián han implementado medidas para redistribuir el flujo de visitantes, impulsar el transporte público y proteger sus centros históricos, y por supuesto, proteger la calidad de vida de los residentes de estas zonas, quienes al final se han convertido en verdaderas víctimas de turismo masivo.
Además, se están promoviendo destinos menos masificados del interior, fomentando así un turismo más equilibrado que favorece la economía local sin degradar el entorno natural o cultural. Por su parte, Estados Unidos mantiene un enfoque más amplio, capitalizando su oferta de parques nacionales, grandes ciudades y experiencias al aire libre, y esta postura, según los expertos, se puede entender, debido a los “problemas” económicos que enfrenta la economía americana.
Destinos como Yellowstone, el Gran Cañón o Nueva York continúan recibiendo millones de turistas sin restricciones significativas, ¿lo pagaran a largo?. El modelo norteamericano sigue basado en el acceso, la diversidad y la promoción global, lo que garantiza un flujo constante de visitantes, pero también deja pendiente el debate sobre sostenibilidad y gestión responsable a largo plazo.
Impacto económico y social: cómo afrontan ambos países el desafío de un verano récord

Este verano, tanto España como Estados Unidos han registrado cifras récord de visitantes en años anteriores, lo que ha tenido un impacto económico notable, España por ejemplo su PIB depende en gran medida de la actividad turística. En España, el sector turístico ha sido clave para consolidar la recuperación económica postpandemia, con un repunte en el empleo estacional y un incremento del gasto turístico.
El problema se presenta cuando la actividad turística se ejecuta sin ningún tipo de control, con el objetivo de impulsarlo a toda costa, sin embargo, este año será crucial para medir la eficacia de las medidas implementadas por los gobiernos para controlar el llamado turismo masivo.
Sin embargo, también se han intensificado las protestas sociales en ciudades donde el turismo masivo está disparando los precios del alquiler y deteriorando la calidad de vida de los residentes, sobre todo en ciudades europeas con alto índice de actividad turística, incluyendo a España. En Estados Unidos, el turismo ha seguido actuando como motor económico en estados clave como Florida, California y Nueva York.
La industria hotelera y los servicios asociados han experimentado un crecimiento notable en los últimos años, sobre todo después de la pandemia del COVID-19, impulsado por el turismo interno y el regreso progresivo del visitante internacional. No obstante, los retos en materia de sostenibilidad, transporte y capacidad de acogida también comienzan a preocupar a las autoridades locales, especialmente en zonas de gran valor ecológico y patrimonial.